
Ahora sí que me voy a
ir, pero antes he salido al balcón con mi vaso de leche (últimamente me da por
ahí) y allí, asomada, mirando la calle, me han dado unas ganas tremendas de
evadirme, y perderme un ratito en la noche silenciosa. Ya reina la calma, y
corre una brisa fresquita, muy agradable. Trae olor a tierra húmeda, mezclada
con aromas de mar. En alguna parte debe haber llovido. Sabes que se nota.
Parece que el viento traiga mensajes secretos gritados a los cuatro
vientos.
Aunque no quiera, lo delata
la frescura y la fragancia a suelo mojado que se unieron a su paso. Movía mi
pelo y aireaba mi vestido el aire fresco de la noche. Y la invitación al
ensueño era imposible de rechazar. Pequeñas luces a lo lejos, me hablan de
otras vidas que viven del mar; salen, cuando éste duerme y es más afable
y permite que penetren en su mundo objetos extraños que quieren robarle parte
de la vida que tiene en sus entrañas. No hay mucho tiempo, las noches de verano
son cortas. En esas cavilaciones, terminé mi vaso de leche y mi cigarrillo y mi
día tocó a su fin.
Montse. G.

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TEXTO PROTEGIDO POR UNA LICENCIA: Safe Creative.
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