lunes, 20 de abril de 2015

TIEMPO DE HIJOS... TIEMPO DE MUCHAS CARRERAS...

Hubo una vez en que la juventud fue la principal protagonista en mi vida, aunque yo -como la mayoría- no la supiera valorar. ¿Los veinticinco, los treinta, son una edad joven?. Indudablemente. A los veinticinco, una servidora, ya había parido tres preciosas hijas, mucho más adelante vendría el chico. Por aquel tiempo mi vida se reducía a ocuparme de mis hijas, mi marido y mi casa. Pienso que además en ese orden: Hijas, marido, casa. La educación de las de mi generación, era principalmente que asimilaras que marido e hijos, más casa limpia y ordenada era todo lo que tenía que hacer una buena madre y esposa, y no desear nada más.
Recuerdo a una mujer, casi una niña aún, en aquel tiempo, corriendo de un lado para otro a las horas de entrada y salida de las escuelas. Las edades de mis hijas iban de los 5 años la mayor a 1 año la menor. La de 3 años, al ocupar este lugar entre sus hermanas, pasaba casi desapercibida, como suele ocurrir con los hijos medianos. Lo que de alguna manera tengo comprobado, marca su forma de ser y estar en el mundo. Alrededor de las 8 de  la mañana, yo, parecía una especie de "correcaminos".
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Solía verme a mí misma  como si de un personaje de película de Charlot se tratara. Llamaba a mis niñas, me aseaba y vestía rápidamente, mientras ellas se iban despertando. Enseguida las cogía en brazos de una en una y las llevaba al comedor, donde mamá previsora, hacía rato que tenía encendida la única fuente de calor que había en casa: la aparatosa estufa de butano. Allí las ayudaba a vestirse; una vez vestidas, hacían cola en la puerta del lavabo, donde mamá las peinaba primorosamente: trenzas. coletas, moño...
Después el desayuno, el abrigo de punto que mamá les hacía -eran tres había que economizar- un pasamontañas, que servía para  que sólo los ojos quedaran expuestos al crudo frío del invierno -no sin protestas de todo tipo por su parte- y ya estábamos listas para salir a enfrentarnos con el nuevo día; con la misma monótona cotidianeidad.
Finalmente y ya con el pito en el trasero, bajaba el carrito para la pequeña hasta la entrada principal del edificio, sin ascensor. Volvía a subir a subir al tercero -que era donde vivíamos- a recoger a las niñas, y entonces sí, entonces ya, lo peor de las primeras horas de la mañana, había pasado.

Salíamos a toda prisa, la pequeña en su cochecito, bien sujeta con el cinturón, las otras dos cogidas fuertemente a los lados del carrito. Mamá sólo tenía dos manos, y éstas estaban ya ocupadas en conducir el medio de transporte de la hermana más pequeña (¡¡horreur todas eran pequeñas!!) Nos dirigíamos al bus que como cada día las transportaba a la escuela. Rosi (la enana...) y yo, siempre esperábamos a que partiera y desde la acera como el resto de madres -el 99,9% éramos madres- decíamos adiós al unísono, parecía que los niños se fueran para una buena temporada. ¡¡No!! A Las 12:30h, estábamos todos allí de nuevo a recibir a nuestros vástagos -en mi caso vástagas- y entre adiós y adiós, lanzábamos besos al aire que eran devueltos con una sonrisa desde dentro del autobús, con las caritas de  todos los pequeños monstruitos, pegadas a los cristales.
Ahora tocaba volver y afrontar las múltiples tareas que aguardaban en casa. Al mediodía había que volver a hacer el mismo recorrido y así, cuatro veces al día. Entre viaje y viaje: la compra, ollas, sartenes, escoba, trapos de polvo, cubo de fregar, colada (sin lavadora automática), platos, pañales, (no habían de usar y tirar) Rosi que reclama que ella existe...
¡¡¡Bendita y heroica juventud que todo lo puede!!!

Montse.


12 comentarios:

  1. Realmente fueron tiempos muy duros. (Actualmente a esta edad ni se piensa en tener criaturas) tienen otras prioridades. Estudiar, buscar trabajo...
    Pienso que afortunadamente la mujer ha cambiado, y lo ha hecho sin la ayuda de nadie.
    Particularmente quisiera qe todas las mujeres del mundo les cambiase su vida, pero lo veo tan lejano...
    Cuando se hablan de estas cosas siempre recurro a una escritora para mi inolvidable. Montserrat Roig. Decia: "Som d'una sensualitat arrabassadora, però doneu-­nos temps, que hem de ficar les criatures al llit"
    Cuánta razón.


    Una abraçada..

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    1. Si, fue un tiempo duro, especialmente porque las de mi generación, quedábamos en "terreno de nadie" como la inolvidable canción de Alberto Cortez "No soy de aquí, ni soy de allá". Se puede pensar y lo pienso que el tiempo de nuestras madres fue peor, mucho peor. Pero mi generación, se encontró en plena lucha de reivindicar derechos e igualdades con el otro sexo. Lo que en buena parte llevó a la mujer a toda una serie de"conflictos"con la pareja y la sociedad.
      Las mujeres tuvimos que enfrentarnos a una pugna... a una reivindicación que, comenzaba en el mismo núcleo familiar y continuaba en cualquier espacio (laboral, social ) en que se encontraban. Y ahí seguimos, aún queda mucho camino por recorrer.
      Gracias, Josep.

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  2. Me enorgullece leerte, qué energía nos diste y cuánto lo agradecemos. La vida con hijos pequeños es una auténtica locura pero después no lo cambiamos por nada. Desde luego, vaya carreras, y la sociedad no lo valoraba y no lo valora. No se ve el trabajazo que es cuidar de la familia, entregar tu ! tiempo de la forma más altruista que existe, es trabajar duro sin parar ni de hacer ni de pensar! Un beso.

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  3. Llega un momento en la vida, en la que todo lo que hacemos con amor, tiene su recompensa. La mía ha sido con creces, y me siento agradecida. Agradecida y muy orgullosa!!
    Un beso.

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  4. Me gusta tu blog, que seguiré con mucho gusto... si quieres visitar el mío, es A MI AIRE... EL BLOG DE MERANA. http://arteylabores.blogspot.com

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    1. Hola, Leonor. Gracias por pasar, no sabes cómo me alegro de ver que sigues tan activa como siempre. paso por tu blog, no lo dudes!
      Un abrazo!

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  5. Muy buen escrito, y con imágenes incorpordas, fantástico.
    En cuanto al tema, un tema muy candente en las mujeres de tus tiempos y no hablemos de los mios, Aunque a decir verdad, la vida me obligo a compaginar casa y media jornada de trabajo.
    El recuerdo de las dos cosas, hechas con amor, me satisfacen Un beso

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    1. Hola Gesterg!! Encantada de que hayas pasado por aquí.El tema, qué te voy a contar que tú no sepas, verdad? Ya lo digo en el relato, algo desenfadado de aquella época y ves que hago alusión a las generaciones anteriores que aún lo tuvieron peor.
      Luego nos queda ese sabor dulce a cosa bien hecha, por más injusto que fuera el momento. Pero seguimos adelante, nuestras hijas están ahora en primera línea y creo que lo están haciendo muy bien.
      Un abrazo.

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  6. Hola Montse, definitivamente la grandiosa fuerza del amor hace a las madres extraordinarias.¡Admirables todas : ) !!

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    1. Gloria, te lo puedo asegurar!! Las energía no sabemos de donde salían a veces. Yo ahora veo a las mares con los niños, y "tiemblo", si no fuera porque yo también lo hice, pensaría que estas mujeres se van a dejar la vida en el intento jeje. El amor a los hijos es lo que da toda esa fuerza que despliegan las madres. No hay otra explicación.
      Un abrazo.

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  7. Que bien has plasmado aquella especie de "Mujer puede con todo" me he visto totalmente reflejada.
    Las fotografías son geniales y tu forma de narrar excepcional.
    Eres muy grandeeee... continua así estoy segura que recogerás muy buena cosecha.
    Un beso enorme para una persona impresionante. Muack.

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    1. Hola, Bárbara. Muchas gracias por los elogios, de verdad que no creo merecerlos. Esto, como bien dices, es, lo que las de nuestra generación hemos tenido que vivir. La generación de ahora otras cosas y las pasadas, otras diferentes. Algo importante nos une a las demás generaciones, somos mujeres que pasito a pasito nos vamos haciendo un hueco en la sociedad al lado del hombre.
      Llegados a este punto, tengo que recordar que muchos hombres, muchos, han luchado a nuestro lado, nos han animado y nos han dicho cuánto valemos, a todos ellos mi profundo respeto, y cariño sincero. Sin ellos, no hubiera sido igual. Sin ellos nos habría costado mucho más llegar a donde hoy nos encontramos.
      Un beso, Bárbara!!

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