Todos recordamos a aquel chico o chica que estuvo a nuestro alcance, pero....nos decantamos por otra persona. Sí, sí, por la que tenemos aún, en el mejor de los casos, o, a la que ya hace tiempo que le dimos el pasaporte. Y...¿habéis pensado el por qué de aquella elección? Porque claro, ahora con el pasar del tiempo, a veces nos hacemos estas preguntas. Y no es que vaya mal...no, eso no!! Es que simplemente, ¡¡va!! Y entonces empezamos a dar vueltas a la cabeza. Pensamos en las cualidades, o en la deferencia con que nos trataba fulanito, y, pobre...quizás no tenía muy buen gusto para vestirse, o, ¡¡¡los zapatos!!! ¡¡Ay!! los zapatos (porque antes se llevaban zapatos), los zapatos no estaban muy limpios. A mí personalmente no es algo que me quitara el sueño, pero recuerdo una amiga, que siempre decía: Yo, les miro los pies, y si lleva los zapatos sucios, ya, ¡¡descartado!! ¡¡Ay que ver, cómo somos las mujeres!! En qué nimiedades nos fijamos. Y con tanta prueba que les hacíamos pasar, vamos y escogemos... Escogemos... ni zapatos limpios, ni tanta deferencia, ni nada, ¡¡de nada!! Nos enamoramos y ya está. Colocamos a aquella persona en un pedestal que... no le corresponde. ¡¡No señor!! O...sí...
Tan alto la colocamos que, nos gustan hasta las arrugas que le hace el pantalón. Nos admiramos cuando descubrimos:
¡¡¡Dios, le gustan los huevos fritos!!
Y es que, cuando te enamoras, la persona elegida la percibimos casi sobrenatural, y cualquier signo de que es un simple "mortal" nos deja alucinadas, anonadadas, hasta el olor de su sudor, nos gusta.
Cada vez tengo más claro que enamorarse es una enfermedad que se cura a largo o corto plazo. En el mejor de los casos, se transforma en un amor sereno y profundo capaz de soportar el paso del tiempo, En el peor, descubrimos que el objeto de nuestro amor, no tiene ninguna o casi ninguna de las atribuciones que le otorgamos. Cuántas veces nos habremos preguntado, por qué nos enamoramos de fulanito en vez de hacerlo de zutanito. Al menos, no creo que yo sea la única. Y es que el tema da para mucho. Igual que yo, seguro que tú, querido amigo o amiga que lees estas letras, hubo un momento en el que pudiste elegir...y elegiste. Bien sabe dios que elegiste...¿o no...?
Pero, no os preocupéis ni penséis que esta elección o la otra, hubiera sido mejor. Quizá sí, pero eso estaría por ver. Las personas, somos imperfectas, muy imperfectas. Y acabo pensando que más vale malo conocido que bueno por conocer. Sí, ya sé que, eso es como "mal de muchos consuelo de tontos" pero qué le vamos a hacer, al final, llegamos a la conclusión de que la elección fue acertada y que cualquiera, no es mejor que lo que escogimos...Que no...no, nooooo....
De alguna manera, nos pasó, seguro, como le pasa a la protagonista de este precioso tema que nos canta Ana Belén y Antonio Banderas...¡¡¡Igualito!!!
Montse.
¡¡¡Disfrutadlo que es divino!!!
No sé por qué te quiero,
será que tengo alma de bolero,
tú siempre buscas lo que no tengo,
te busco en todos y no te encuentro,
digo tu nombre cuando no debo.
No sé por qué te quiero,
si voy a tientas tú vas sin freno,
te me apareces en los espejos
como una sombra de cuerpo entero,
yo me pellizco y no me lo creo.
Si no me hicieran falta tus besos,
me tratarías mejor que a un perro,
piensa que es libre porque anda suelto,
mientras arrastra la soga al cuello.
Querer como te quiero,
no va a caber en ningún bolero,
te me desbordas dentro del pecho,
me robas tantas horas de sueño
me miento tanto que me lo creo.
Si no me hicieran falta tus besos........
Querer como te quiero,
no tiene nombre ni documentos,
no tiene madre, no tiene precio,
soy hoja seca que arrastra el viento.
Medio feliz, en medio del cielo....
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